viernes, 22 de mayo de 2009

Acaban de pasarme por ahí (por la cola) el dato sobre un blog sobre la Facultad de Filosofía y Letras de la UANL llamado "elmiedoalosanimales" (¿cómo se ven en un espejo?, je...). Leyéndolo sufrí una hemorragia interna y sólo logré sobrevivir golpeando mi convulsionante cabeza contra la pantalla del monitor... por suerte sobrevivió (el monitor... mi cabeza quedó irremediablemente dañada, por eso estoy ahora escribiendo sobre esa estupidez).
Bueno, el punto es que me divertí y emputé mucho a la vez (como con el sexo rudo) al leer a supuestos seres humanos teniendo opiniones peores que las de su servilleta (un chango con chips en la cabeza y pene biónico):
  • Primero, una pendeja de los colegios grandes diciendo que las critican por envidía porque las de los otros colegios están feas y tienen una maraña de vello púbico...
  • Luego, otra pendeja, ahora de un colegio pequeño, diciendo que las de los equipos deportivos son unas zorras apestosas.

No pinche mamen... los dos argumentos están igual de pendejos. Pinche gente estúpida con una puta neurona drogada en la cabeza... y así quieren ponerse de a cuervo pa'cer funcionar las cosas en la facultad. Mejor que se pongan a leer o a hacer algo de provecho pa'subir el nivel académico, porque por ahí deberían empezar... y de eso ni le echen la culpa a los profesores o la a universidad; que ya sean de sociología, lingüística, letras o educación; la mayoría de los estudiantes son una bola de pendejos que hacen menos que el mínimo esfuerzo en sus pinches estudios con programas deficientes y pedorros, la mayoría sabemos quiénes somos.

La facultad realmente no tiene tantos pedos, al menos no más que otras en esta jodida universidad. El pinche problema aquí son sus estudiantes, que están al mismo nivel que Leyes o FacPyA... (sólo que las pachangas de las otras facus tienen más lana y más sombreros) Aparentemente no tienen capacidad para conciliar las diferencias más superficiales (aficiones, actitudes, su puto pelo...), entonces, ¿cómo chingados esperan que puedan organizarse para hacer de nuestra humilde pocilga de Filo un bonito lugar pa'convivir?

Ya no sé ni que jodidos decir... total, ¡la mayoría son una bola de pendejos!

viernes, 5 de septiembre de 2008

Los falsos intelectuales de izquierda

Hace tiempo cierta persona me prestó un libro sobre "poesía revolucionaria latinoaméricana" y allí sólo vi una poesía con la cual sí me llegue a sentir identíficado. El autor, de nombre Alfonso Chase en centroaméricano. No recuerdo de qué país, sólo me atrevería a descartar Belice. Me sentí identificado; pero al considerarme de "izquierda", creo que esa identificación no es buena. En fin, aquí les dejo esa poesía:

Los falsos intelectuales de izquierda no se bañaron esta mañana y sudorosos y sedientos, indefensos y hediondos, insistieron en repetir sus octavillas a los intelectuales de derecha y algunos otros estudiantes que buscaban sus nombres entre la lista de aplazados.

Los falsos intelectuales de izquierda pasaron los memoriales, en donde no firmar era de mal gusto, y proclamaron nuestro puesto ante la revolución, mientras los obreros en las cantinas y en sus casas bebían ron con coca cola y comentaban los diarios.

Los falsos intelectuales de izquierda, esta mañana luego de comer sus corn-flakes se montaron en los carros de papá y junto con algunos otros amigos empezaron a repartir hojitas en las calles donde un lenguaje que sólo ellos entendían llamaba al pueblo a sublevarse, porque es muy fácil estar full-time en rebelión cuando se tiene el estomago lleno y las caries y el hambre son de los otros, lejanos y cercanos, pero siempre prendidos como el aire.

Los falsos intelectuales de izquierda, esos muchachos de pullover, vendidos del alcoholismo y la putería, o más bien, los hijos del señor Ministro y la señora Embajadora, que encontraron en la Revolución un justificante para su tedio y la retrasan en sus relojes para darse tiempo de aparecer en las crónicas o en las reseñas históricas que han de hacerse en el futuro.

Los falsos intelectuales de izquierda, esos que hacen la revolución en sus tazas de café, mientras los días transcurren y se mueren, sin pedirle a nadie permiso, o simplemente amarillos como los pergaminos languidecen en sodas y bares y restaurantes haciendo la revolución ente un chop-suey, soñando ser los fideles castro o los ches guevara de bolsillo.

Los falsos intelectuales de izquierda, ligeros como un ascensor, haciendo versos para agradar al partido o angustiándose de pronto porque la noche apenas llega y en el día no hicieron nada por la revolución.

Estos hermosos muchachos con sus amiguitas al lado, pálidas sombras de posibles mujeres, Luisas Micheles sin barricadas de ojos pintados y pestañas amarillas, mudas y pálidas como las vestales, y que nadie ha sabido si son inteligentes o idiotas porque nunca abren la boca.

Los eternos muchachos, los que después de los treinta aún siguen siendo los mismos que cuando tenían veinte y para los cuales las arrugas son sólo el pretexto para aducir sufrimientos conflictivos o conflictos interiores.

Los falsos intelectuales de izquierda, lívidos y sucios deambulando por los bulevares o las rotondas y fumando marihuana o viendo festivales de cine protesta o deambulando en la noche por el jardín Rosemary. Los precoces aspirantes a diputados o munícipes,
hablando ante parlamentos juveniles sobre la necesidad de la rebelión
y de la muerte heroica
y que por la tarde asisten a la boda de fulanita
y menganita y entre cócteles
y aceitunas
y escotes
tratan de extender la subversión por entre todas las mesas dispuestas,
los hacedores de la revolución de paquete,
la que nace de todas las tardes y se muere de tedio
y puede leerse entre octavillas o diarios o revistas
y está en sus cuartos un retrato de Che junto a otro de Raquel Welch
y confunden la revolución con el manoseo o el Kama Sutra
y pierden los años y los días en lamentos,
como en una película de Sarita Montiel,
salidos de un cafetín en las mañanas cuando los obreros van a sus trabajos
y perdidos por las calles de la mano de una pequeña amiga, pálidos y nostálgicos como un poema del primer Neruda.

-Alfonso Chase

Así es que creo que la mayoría de los jóvenes "revolucionarios" que hablan de política en los bares y cafés del centro pueden encontrar una autocrítica.

Y habría que añadirle más a ese escrito para que se adapte a la realidad de México, donde podemos hablar en voz alta sobre revoluciones y hasta guerra civil sin que nadie se moleste. Porque nadie lo oye.

Pudiera escribir más del tema, pero creo que el escrito que aquí copio basta.